Los países de América Latina han sido protagonistas de importantes transformaciones en la última década, que han reforzado las particularidades locales y las identidades regionales, y que se han visto reflejadas en procesos políticos de compromiso con la integración y el ejercicio de los derechos. Tal como viene demostrándose desde la creación de numerosos ámbitos de trabajo regionales, los países que integran Latinoamérica han iniciado procesos de reevaluación de sus políticas estructurales, a la luz de los numerosos cambios que fueron atravesando, teniendo siempre como eje una forma común de entender las particularidades que los unen. Y es en el área específica de las políticas sociales donde dicha integración se ha afianzado con más fuerza, donde se observan las transformaciones más profundas, con avances constantes y concretos. En particular si hablamos de las estructuras de integración regional
La idea de un MERCOSUR social y participativo avanzó sin cesar desde que se resquebrajó el discurso neoliberal hegemónico que, hasta fines de los ‘90, primaba en el contexto mundial. Siguiendo esta lógica de “el mercado-todo-lo-resuelve”, fue natural que la esfera social no hubiera estado en la agenda del bloque en sus comienzos. Los gobiernos de la región estaban totalmente inmersos en esta “religión mercantilista” que consideraba a la inversión social como un mero gasto y al Estado, como una piedra en el zapato.
Si bien es cierto que el MERCOSUR inicial era coherente con aquel contexto, coincido con la idea de que un proceso de integración nunca es estático ni un producto “enlatado”, sino que se estructura como un proceso (MALAMUD; SCHMITTER – 2006). Los tiempos cambian; los actores y los objetivos también. Las consecuencias de las crisis económicas, sociales y políticas, disparadas por las medidas aplicadas en los ‘90, han servido de (triste) experiencia para las decisiones tomadas en el presente. Los países de la región han reelaborado las experiencias comunes para avanzar hacia nuevas perspectivas de gestión de lo público y en un nuevo rol para el Estado. Así es como se fueron desarrollando transformaciones a nivel conceptual, político e institucional que permitieron la implementación de nuevas políticas integrales y articuladas.
Y es precisamente en el ámbito social donde esto parece estar sucediendo de forma incuestionable. Se reconocieron problemas en común y existe una agenda compartida desde el año 2004. En consecuencia, se ha abandonado la forma minimalista de antaño, que entendía al MERCOSUR como sólo una asociación económica-comercial. Los gobiernos supieron implementar en medidas concretas sus intenciones y discursos presidenciales para dotar al MERCOSUR de otras dimensiones, para tomarlo como un medio para conseguir fines regionales que permitieron ver que otro tipo de integración es posible.
A la luz de las decisiones tomadas desde el año 2003 en particular, puede afirmarse sin dudas que la integración regional y la dimensión social son ya indisolubles. El compromiso firme de los países pioneros –Argentina y Brasil- y de sus entonces presidentes –Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva- sobre la necesidad de considerar como prioritarios el desarrollo social y la satisfacción de derechos fue fundamental para que la dimensión social adquiriera una presencia fuerte en la agenda del MERCOSUR. Tal y como lo plantea Mariana Vázquez, se trató de una decisión política tomada al más alto nivel, que tuvo una evolución constante y “acumulativa” (CAETANO, coord. – 2011)
A partir de entonces, las decisiones institucionales, conceptuales y políticas no hicieron más que profundizar el abordaje integral de la complejidad social, que sostiene una concepción de las personas, sus familias y comunidades ya no como beneficiarios pasivos, sino como ciudadanos portadores de derechos, logrando acuerdos y acciones conjuntas para avanzar sobre la cuestión de la inclusión en todas sus dimensiones.
Los Estados parte y asociados que conforman el MERCOSUR comparten una visión común que se expresa en la perspectiva de protección integral de Derechos, de carácter transversal, que rechaza las políticas asistencialistas, las intervenciones aisladas y focalizadas, y que a su vez se reflejan en todas las dimensiones de la integración: la política, la económico-comercial, la productiva y, por supuesto, la social. Esto se plasmó claramente en la Declaración de Principios del MERCOSUR social, aprobada en 2007.
Actualmente la agenda social convive con las otras agendas históricamente relevantes y que más conflictos genera entre los Estados. Lo curioso de resaltar es cómo, a pesar de que en algunas áreas los países del MERCOSUR encuentra dificultades para arribar a consensos, en el marco social las metas parecen ser tan claras y unánimes que se avanza a paso firme, buscando intervenciones comunes a temas que también lo son como niñez, adolescencia y familia, lucha contra la trata de personas y la explotación sexual, justicia social, integración, reducción de la pobreza, identidad, economía social, etc.
Así, en el marco del MERCOSUR, los Ministerios de Desarrollo de todos los Estados intervienen en la actualidad en diferentes áreas de trabajo (Ministerio de Desarrollo Social de la República Argentina), como por ejemplo las citadas a continuación. Las mismas, creadas luego del año 2003, continúan hasta hoy, profundizando las decisiones:
– MERCOSUR social, a través de la Reunión de Ministros y Autoridades de Desarrollo Social del MERCOSUR y Estados asociados, como ámbito de intercambio de experiencias, toma de decisiones y consensos en materia de políticas sociales.
– Comisión de Coordinación de Ministros en Asuntos Sociales del MERCOSUR, que “tiene entre sus misiones elevar propuestas de trabajo relativas al PEAS y crear proyectos sociales integrales en el marco de la integración regional”.
– Instituto Social del MERCOSUR, que es más bien una instancia de investigación técnica en asuntos sociales que colabora con la dimensión social aportando indicadores, sistematizaciones de prácticas, informaciones, etc. El Ministerio de Desarrollo Social de la Argentina es miembro del Consejo del ISM.
Desde 2009 se han profundizado algunos aspectos de la agenda social. Durante ese año se avanzó en consolidar la institucionalidad creada previamente, por ejemplo dándole una estructura física y organizativa al ISM, o reflejado en la primera reunión ampliada del Consejo del Mercado Común, que incluyó a Ministros de Desarrollo Social. Por otra parte, a partir de 2010 empezaron a llevarse a cabo las Reuniones de la Comisión de Coordinación de Ministros de Asuntos sociales del MERCOSUR. La última de ellas fue la V, que tuvo lugar precisamente en el mes de Junio de este año, en la Argentina, donde se presentaron acuerdos, iniciativas y compromisos relacionados al PEAS adoptados durante el último semestre, y se propusieron diversas estrategias vinculadas con la Economía social, para revalorizar la producción de las comunidades autóctonas. Se firmó también la Declaración de Buenos Aires: “por un MERCOSUR Social e Inclusivo: avanzando hacia la Patria Grande” Paralelamente se llevó cabo la XXII Reunión de Ministros y Autoridades de Desarrollo Social del MERCOSUR y Estados Asociados.
Si bien existe un cierto escepticismo sobre algunos aspectos de la integración en el marco del MERCOSUR, resulta fundamental comprender que ninguno de los países de la región entiende ya crecimiento y desarrollo sin inclusión. El rol del Estado y la ampliación de derechos son claves y el MERCOSUR tiene que servir como herramienta superlativa para ese objetivo, como condición fundamental para la integración comercial, productiva, económica, etc.
Aunque con diferentes nombres, varios autores coinciden en afirmar las particularidades del actual proceso de integración, en el que “conviven pasado y presente” (Mariana Vázquez). Se trata, en palabras de Horacio Rovelli, de un modelo de desarrollo estratégico con inclusión social o, según la definición de Daniel García Delgado, un modelo neodesarrollista-productivo. En definitiva, lo que se sugiere es pensar en una forma de integración común que apunte al desarrollo, con inclusión social: “Frente a este escenario, en la actualidad los países latinoamericanos se enfrentan a un desafío histórico: pensar estratégicamente la construcción de un modelo sustentable de Nación en el marco del Desarrollo Regional” (ROVELLI)
puja entre pasado y presente que conviven en el MERCOSUR; este pesimismo y optimismo vinculados al futuro del bloque.
Desde 2003/2004 hay un convencimiento, una “apuesta inconsciente” sobre la importancia de la cooperación y la solidaridad regional para el desarrollo de políticas públicas que permitan un crecimiento con inclusión, más allá de las debilidades que aún persisten a nivel institucional, como sostiene Marin: “El bajo grado de autoridad conferido a las instituciones supranacionales del bloque limita la posibilidad de implementación efectiva de las propuestas de políticas públicas creadas en el ámbito de esas instancias de debate. La clase política responsable de la conducción de los asuntos del bloque conoce esas limitaciones, pero reconoce el valor del intercambio de ideas para la construcción de una identidad regional. Tiene, por lo tanto, una especie de “apuesta inconsciente” en la diseminación de políticas públicas en cuanto instrumento de fortalecimiento del bloque” (MARIN -2011)
Consideramos que resulta primordial reforzar los ámbitos institucionales para garantizar la continuidad de las decisiones tomadas, de manera que los cimientos construidos hasta el presente se consoliden y den lugar a nuevas políticas regionales integrales independientemente de las coincidencias ideológicas de los Gobiernos de turno.
En palabras de Julia Peyrani di Castelnuovo: “…acordamos en que los procesos de integración requieren la solidez de construcciones institucionales para su consolidación y para una integración más profunda. La afinidad ideológica puede ayudar en determinados momentos para lograr que ciertos temas avancen pero no es algo sólido que trasciende a los gobiernos. En cambio, sí lo son, las instituciones creadas para la integración…” (PEYRANI DI CASTELNUOVO – 2011)
* Extracto de Trabajo realizado a través de FLACSO