No somos todos latinos

Para el señor presidente de EEUU, “todos somos latinos”. ¿Pero quiénes somos esos “todos?. En su declaración pública, Barack Obama profundiza su reflexión, en la que podemos detectar algún indicio de respuesta.  Dice: “Nuestra amistad con México ha tenido una influencia enorme en nuestra historia, nuestra cultura y nuestra economía”. Claro, México.

Por supuesto, como es tradición, para los estadounidenses, lo latino se entiende en relación a una serie de características autofundadas que unifican en sus minúsculas cabezas a toda la multiplicidad de países que estamos debajo de su frontera sur. Como dice la canción, “Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos”. Somos una masa amorfa de naciones con determinadas características socioculturales creadas por el imaginario popular y reforzadas por los medios y el poder estadounidense, inseparables unas de otras. Hablamos un idioma gracioso y sexy, todos sabemos bailar ritmos caribeños, somos subdesarrollados e ignorantes, vivimos en sociedades casi prehistóricas sin avance alguno, más que por el de la comida. Nuestra pobreza estructural nos hace amantes de las labores manuales, siendo perfecta mano de obra barata y patio trasero de todo lo que el yanqui promedio no quiere hacer ni desea tener. Pero se reconoce la –por supuesto- inmerecida cantidad de recursos naturales que posee este mega país que está al sur de la frontera y al oeste del sol, así como la necesidad de que una mano paternalista se haga cargo de todo eso que tenemos y no sabemos administrar. Lo que explica los reiterados intentos de dominación, control, usurpación, intervención e invasión de la región desde tiempos remotos.

A pesar del desprecio y prepotencia con que históricamente EEUU miró a la región, Latinoamérica ha sido siempre una prioridad para Washington. Los intentos por congraciarse con los jefes locales rindieron frutos durante la nefasta década de los 90, en la larga y oscura noche neoliberal, de la que logramos salir gracias a las luces de líderes como Hugo Chávez, Nestor Kirchner y Lula da Silva.

No, Obama, no somos “todos latinos”. No somos todos iguales, somos el reflejo de culturas históricas que fueron sometidas a siglos de exterminio y persecución. Somos los sobrevivientes de las políticas exteriores que aplicaron sus colegas, que se aliaron a gobiernos militares sangrientos para aniquilar a la clase trabajadora, la industria y el desarrollo de una región en la que no, no todos comemos tacos, ni tenemos pieles tostadas, ni sabemos bailar salsa.

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